¿Qué es el brutalismo y la arquitectura brutalista?

Qué es el brutalismo y la arquitectura brutalista
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6 julio, 2021 · 7 mins de lectura

El hormigón es un material con un sinfín de posibilidades en términos de arquitectura y diseño. Tal vez por eso, entre otras cuestiones, hace más de medio siglo pasó a ser una de las materias primas protagonistas de lo que se dio en llamar brutalismo. La conocida como arquitectura brutalista apostaba por mostrar los materiales en ‘bruto’, trasladando a los edificios una sensación de grandeza, típica de este estilo.

La corriente arquitectónica surgida a mediados del siglo pasado cuenta con numerosos ejemplos en el suelo patrio y son muchos los que defienden el valor de estas construcciones.

Tras la aparente ausencia de pretensiones de este tipo de edificios -puestos en pie con una solución tan económica como simple- se escondía en realidad un meticuloso trabajo de sus arquitectos. Tramas y colores aparecen en muchas de estas construcciones que ponían en valor el potencial de un material al que, por otro lado, también se sumaron en las décadas de esplendor de la corriente otros materiales como el ladrillo, el acero o el vidrio.

Qué es el brutalismo

El brutalismo no es otra cosa que un estilo arquitectónico cuyas construcciones hacen gala de un aspecto inconfundible. Masa y materialidad son dos de las señas de identidad de este tipo de edificaciones que, en muchos casos, también dejan a la vista los medios de construcción empleados.

que es brutalismo

Surgida tras la Segunda Guerra Mundial, la arquitectura brutalista se popularizó debido a la necesidad de estructuras funcionales y baratas que propiciaran la uniformidad y la reconstrucción de los contendientes. Europa, Asia Central pero, sobre todo, los regímenes soviéticos se sumaron a esta corriente que, en origen, no era sino el reflejo de la intención de muchos de construir la nueva utopía socialista. Aunque el efecto fue el contrario. Esa materialidad se tornó en frialdad y, con el tiempo, provocó el rechazo de la población a este tipo de construcciones.

Sin embargo, los orígenes de la corriente están inspirados en todo icono de la arquitectura, el arquitecto suizo Le Corbusier y su afamado Unité d’Habitation. El béton brut –como se conoce en francés al hormigón bruto– se convertía en un material sorprendente en manos de este artista de la construcción. Más tarde, el británico Reyner Banham adaptaría el término como brutalism (en inglés) y fue, precisamente en Reino Unido donde el brutalismo tomaría impulso.

Honesta, escultórica y, en cierto modo, antiburguesa, la arquitectura brutalista no solo proliferó como alternativa para la construcción económica de casas, centros comerciales o edificios gubernamentales, sino que, en algunos casos, hasta quienes contaban con presupuestos generosos apostaron por ella. De hecho, algo así ocurrió con el brutalismo en España. Al contrario que en otros países, en el suelo patrio, esta tendencia arquitectónica se identificó con las clases pudientes lo que, a la larga, ha permitido conservar edificios emblemáticos en un estado envidiable.

características del brutalismo

La controversia envuelve, sin embargo, a algunas de las obras creadas al albor de este estilo. No en vano, son muchos los ejemplos de brutalismo arquitectónico hoy desaparecidos por la falta de protección del patrimonio contemporáneo. Tanto es así que el Museo Alemán de Arquitectura y la Fundación Wüstenrot han impulsado la iniciativa #SOSBrutalism destinada a “salvar a nuestros amados monstruos de hormigón”.

La plataforma cuenta con una base de datos con más de 2000 edificios brutalistas localizados por todo el mundo. En función de su riesgo de desaparición, los clasifica en cuatro categorías básicas: sin riesgo, en peligro, salvado o desaparecido. Sirviéndose de las redes sociales los responsables de la iniciativa promueven campañas de sensibilización y visibilización con las que tratan de evitar los planes de demolición de estos ejemplos de arquitectura brutalista.

Características de una arquitectura brutalista

Los diferentes exponentes del brutalismo han cincelado a capricho cada una de sus obras. Los pequeños detalles hacen reconocible el estilo de unos y otros arquitectos, aunque, quienes practican la arquitectura brutalista comparten ciertas señas de identidad. Entre las características del brutalismo arquitectónico destacan:

Uso del hormigón

Es, sin duda, su rasgo más definitorio. Pese a que existen ejemplos que combinan otros materiales que producen el mismo efecto, el hormigón es la materia prima principal en este tipo de construcciones.

Formas sencillas

Tan importante como el uso de hormigón en bruto es la creación de formas sencillas, otra de las características básicas de la arquitectura brutalista. El hormigón es lo primero que llama la atención, sí. Pero más allá de su presencia, es importante cómo se trabaja y modela para realzar la fuerza de las estructuras.

Funcionalidad

Si tenemos en cuenta que el brutalismo surgió en plena posguerra no es extraño señalar que una de sus señas de identidad fuera, precisamente, su marcado carácter práctico. Sin renunciar a la belleza que otorga a las construcciones su propia singularidad, se busca que sean que propicien la mejora de las condiciones sociales. Edificios racionales y funcionales que, sin embargo, no terminaron de conquistar a aquellos a quienes iban destinados.

Edificios emblemáticos del Brutalismo

La arquitectura brutalista ha regalado ejemplos en multitud de países y es difícil que, si has visitado según qué países, te hayan pasado desapercibidos. Entre los más emblemáticos destacamos estos cinco:

●       Unité d’Habitation, Cité Radieuse, Marsella (1947-1952)

Unite d habitation

El arquitecto Le Corbusier firma esta creación ubicada en la ciudad de Marsella, un complejo paradigmático que, con los años, inspiraría muchas otras construcciones en Europa. Su forma de prisma rectangular con más de 50 metros de altura y un total de 337 apartamentos son todo un icono del brutalismo.

●       Torre Velasca, Milán (1956-1958)

Torre Velasca, Milán

La adaptación italiana del racionalismo se alza por encima de los 100 metros de altura en una superficie que, durante la Segunda Guerra Mundial fue totalmente destruida. La estructura final termina en forma de torre medieval, coronando un total de 26 plantas obra de los diseñadores Ernesto Nathan Rogers y Enrico Peressutti del grupo de arquitectos B.B.P.R.

●       Habitat 67, Montreal (1967)

Habitat 67, Montreal

De estética extravagante, formas modernas y sostenible, la que fuera tesis de grado del arquitecto israelí Moshe Safdie, terminaría por convertirse -coincidiendo con la Exposición Universal de 1967 en la ciudad- en realidad. En total 158 viviendas repartidas en 12 niveles para cuya construcción se emplearon 354 bloques de hormigón prefabricados.

●       Trellick Tower, Londres (1966-1972)

Trellick Tower, Londres

En un repaso por los edificios más emblemáticos de la arquitectura brutalista no podía faltar una mención a los ejemplos británicos. La Trellick Tower es, sin duda, uno de los más emblemáticos. Obra del arquitecto Ernö Goldfinger, tiene más de una treintena de plantas con un diseño esbelto  fácilmente reconocible por la torre que queda separada del edificio y conectada por pasarelas.

●       Torres Blancas, Madrid (1964-1969)

Torres Blancas, Madrid

 

Francisco Javier Sáenz de Oliva firma esta construcción de más de 80 metros de altura que recibe a quienes visitan la capital entre las calles Corazón de María y Avenida de América. Pese a su nombre, se trata de una única torre de 23 plantas destinadas a viviendas y oficinas, más otro nivel en la azotea y tres más de acceso y sótanos. quien, por cierto, vivió el resto de su vida en el edificio.

Pero si hablamos de brutalismo en España hay otros muchos ejemplos que seguro que muchos reconocerán a lo largo y ancho del suelo patrio. La Escuela de Arquitectura de La Coruña (1971–1973), de Rodolfo Ucha Donate, Juan Castañón y José María Laguna; la Central Hidroeléctrica de Proaza (1964-1968), de Joaquín Vaquero Palacios; el Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias (1971), de Javier Díaz Llanos, Vicente Saavedra y Enrique Seco, en Tenerife; la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense (1970-1979), de José María Laguna, Juan Castañón y Manuel Briñas… La lista resulta de lo más variopinta.