Juan Trías de Bes: Pensamos en espacios que se transformen junto a las exigencias de las personas.
Con el cliente entonces sí que puedes explorar, pero es mucho más difícil poder investigar.
Eso es. La investigación requiere de una metodología y, por lo tanto, de su propio entorno. Que eso no quiere decir que con estas empresas los clientes podamos acometerlos. Sabiendo la dimensión que tienen, puedes plantearles una investigación. La estructura investigativa de nuestro país no está muy desarrollada. Existen unos cuantos despachos como el nuestro que sí la están desarrollando, con un gran esfuerzo. En el caso de Metrovacesa por ejemplo, hay un equipo joven de arquitectos muy cualificados con la mentalidad de hacer una aportación social a través de la arquitectura.
¿Qué tipo de aportación?
En vivienda social. Nuestra investigación trata de entender cómo la tecnología de la información y la comunicación pueden ayudar en la construcción de los espacios. Utilizamos la estadística para detectar cuáles son las verdaderas necesidades en vivienda. ¿Quiénes son las personas que realmente residen en la vivienda? ¿Qué poder adquisitivo tienen? ¿Qué movilidad tienen? Eso, al final, te acaba diciendo cuántas viviendas necesitas en un determinado lugar, de qué tamaño, a qué costes. A la gente joven ya no le interesa mucho tener una cocina muy cara. Lo que sí le interesa es tener espacios que puedan utilizar, a lo mejor, para trabajar desde casa.
Así que los espacios no solo se pueden adaptar a las necesidades que surjan, sino que las pueden prever.
Claro. Si no, te puedes encontrar haciendo viviendas que la gente no puede pagar, o que envejecen muy rápidamente por la dificultad de ir adaptándose al uso.
Esta investigación os llevará a la creación de viviendas de obra social. Más concretamente, ¿qué caracterizará este proyecto?
Habrá dos elementos fundamentales: espacios muy sencillos y diáfanos para que el usuario los pueda personalizar, y un software que haga que los consumos asociados a las viviendas no se tengan que asumir en solitario. Lavanderías, coches compartidos, espacios de coworking. Evitar la movilidad dentro de la ciudad se va a convertir en una necesidad dentro de poco tiempo, y no podemos dedicar tanto tiempo a la movilidad para cosas que no son necesarias. Barcelona es una ciudad relativamente pequeña, pero lo de las metrópolis es impresionante.
Hablemos de los proyectos que estás desarrollando en Barcelona.
El Poblenou es uno de esos barrios que están redefiniendo las ciudades europeas: barrios industriales que se están convirtiendo rápidamente en ejes tecnológicos y creativos, y están atrayendo a los jóvenes y a las nuevas familias. ¿Qué es el Poblenou hoy? ¿Y qué podría ser mañana?
Creo que hay muchos “Poblenou”. Es un distrito muy heterogéneo. No tiene nada que ver la Rambla del Poblenou con el final del eje de Pere IV o con la Torre Agbar. Lo interesante del Poblenou es que se está tejiendo ahora, y por eso hay que estar atento. Empresas como Metrovacesa tienen mucha responsabilidad con las actuaciones que van a desarrollar, porque van a ser los artífices de la configuración de los barrios. Y, evidentemente, los arquitectos también estamos con ellos. Pero, como te he dicho antes, sin un buen cliente, es imposible que haya una buena arquitectura. En el caso de Metrovacesa, creo que el acierto es que lo están haciendo con mesura. Cuando analizan un proyecto, trabajan como si fuera algo excepcional e inusual. Son sensibles a la opinión del ayuntamiento y a los estudios.
Metrovacesa ha contado contigo para dos proyectos que contribuyen a diseñar este tejido del Poblenou.
Para el proyecto de viviendas que estoy desarrollando en Poblenou, al final del eje de Pere IV, hemos tenido la oportunidad de diseñar toda una manzana del ensanche. En vez de con una alineación totalmente cerrada, en nuestro proyecto el espacio público se extiende al interior de la manzana, dentro del espacio privado, sin ningún tipo de limitaciones. A pesar de que no había ninguna obligación de hacerlo, Metrovacesa se ha ofrecido a hacer un espacio transitable, aunque sea de propiedad privada. Por otro lado, estamos desarrollando un nuevo proyecto en el sector terciario. El proyecto de oficina intenta conciliar aspectos locales con aspectos más metropolitanos, y responder a una arquitectura y un carácter que ofrezcan un valor agregado a las propiedades del barrio y que se integre también en los flujos, los tránsitos y en la utilización del edificio.
El tema del carácter de los barrios y de su evolución orgánica es fundamental en las ciudades modernas.
Hay que ser capaces de conjugar lo local con lo metropolitano. Es el reto que tiene el 22@, el distrito tecnológico. El Poblenou es un barrio con una identidad propia, pero, a la vez, con un carácter global. Las empresas, los arquitectos, y el Ayuntamiento son conscientes de esto.
Nadie quiere vivir en una casa o trabajar en una oficina que parezca fuera del tejido en el que realmente está.
Nadie. Intentamos que la ropa que nos ponemos se ajuste a nuestro carácter. Si puedes escoger entre dos lugares, la identidad y el carácter del lugar también van a ser parte de las variables a valorar.
Ahora más que nunca, todo el mundo busca experiencias auténticas.
Un escultor decía que si un elemento se sitúa correctamente integrado con el entorno en un paisaje o una ciudad, incluso cuando estuviera recién acabado parecería que siempre hubiera estado allí. Las cosas bien realizadas tienden a adaptarse y a formar parte de la memoria del lugar con muchísima rapidez. Eso ocurre con edificios muy conocidos de Barcelona, donde las cosas bien realizadas han sido rápidamente aceptadas.
Creo que es un gran reto saber generar ese tipo de espacios, que sean personalizables y se puedan adaptar a las necesidades cambiantes de familias, de personas.
Los edificios que consiguen estos objetivos no son los más deseados en los medios de difusión, porque suelen ser bastante discretos. La percepción de la calidad se produce cuando los visitas, cuando los ves, cuando realmente vives toda la situación, y no a través de una estricta fotografía, que es lo que se propone en las webs y en las revistas.
Por eso, es un reto también de quien comunica el saberlo ver y comentar. Los edificios que salen en prensa a veces son los más espectaculares y visualmente impactantes. Pero los edificios que realmente cambian las ciudades también son otros. No hay que educar a nadie: tal vez simplemente la manera en la que estos edificios se han contado hasta ahora no ha sido atractiva. Es importante buscar otra manera de narrar esos espacios. Y que sea igual de interesante y atractiva.
Es eso, no hay que educar a nadie. Eso es muy interesante, porque reconoces que, en todo caso, el reto está en la forma en la que lo puedes comunicar y explicar. El problema no está en el receptor. El receptor, al final, consume lo que le dan. Hay un aspecto intelectual y cultural muy importante, y Metrovacesa lo tiene.
En 1987, durante una sesión de las Naciones Unidas, se plantea por primera vez el concepto de desarrollo sostenible ligado a la urbanización y a la necesidad de encontrar soluciones que desde el diseño arquitectónico garanticen el bienestar humano y reduzcan el impacto ambiental. ¿Qué es una arquitectura sostenible?
La sostenibilidad consigue cambiar la realidad, y ya lo está empezando a conseguir. Ya es un valor social, como la honestidad o la profesionalidad. Todo el mundo quiere ser sostenible, como todo el mundo quiere ser democrático. Siendo un valor social, es más fácil ponerlo en práctica, porque se ya es algo inherente a la propia arquitectura. No es solo el hecho de que algo pueda ayudarte a certificar que para la construcción un elemento no ha generado una cierta emisión de CO2 o que pueda ser reciclable, sino que existe un equilibrio entre la utilización de los materiales y la construcción. Lo que tiene que ser sostenible es la propia arquitectura.
¿Hay materiales más sostenibles que otros o depende solo de las prácticas?
La sostenibilidad requiere mucho de entender el proceso completo. Se trata de la durabilidad de los edificios, de la proporción entre factores. La cantidad también es importante. Hay que velar por la sostenibilidad, pero igual que hay que velar por los edificios y por que ofrezcan confort. Pero, en la medida en que esto se constituya como un valor, se le puede poner más acento, y tenemos que ser educados en esto por la gente que entiende más. Entonces, ese tipo de mesuras nos ayudan en el proyecto. La sostenibilidad es uno de los criterios que se están aplicando en el 22@. No solo a nivel de materiales y prácticas sino de forma más global: por ejemplo, aquí ninguna persona puede estar trabajando a más de 7 metros de una fachada o de una ventana. Eso es un criterio ambiental.
A mí me parecen muy interesantes los sistemas que están incorporando más aspectos del espacio y de la percepción, de la luz y de los usuarios. Es apasionante, porque hay muchos temas que son incipientes y forman parte del inicio de una época, y en eso somos pioneros todos. Estamos, poco a poco, aprendiendo y conociendo las distintas facetas de este tema.
Un elemento importante de la arquitectura contemporánea es la relación que cualquier obra construida tiene que establecer con su entorno. ¿Cómo de importante es esta relación múltiple: entorno, obra construida e interiores?
La relación de la arquitectura con el entorno es muy propia de la escuela de Barcelona. Defendemos una arquitectura que surge muchas veces como manifestación, revelación o interpretación de un lugar. También ocurre, por supuesto, en la arquitectura italiana y en la arquitectura mediterránea y la nórdica.
Un proyecto es, al final, la puesta en escena de posicionamientos al respecto del lugar, el entorno, y sobre todo de la ciudad. Un edificio tiene que tener en cuenta también cómo se tiene que ir adaptando a lo largo del tiempo, entendiendo los ritmos de la ciudad. Yo entiendo la arquitectura como una relación.
Profundizando aún más, ¿cómo se traslada esta red de relaciones a la arquitectura de interiores?
Esa relación entre exterior e interior se puede establecer de múltiples maneras. Sencillamente, utilizando los mismos materiales que se están utilizando en el entorno, o estableciendo un contraste entre el interior y el exterior. Valoro mucho los interiores llamados “tectónicos”, es decir, que los materiales no están superpuestos como algo que se ha añadido después de la construcción, sino que son inherentes al propio proyecto, y, por lo tanto, ya tienen que ver con la estructura y los cerramientos.
Casi como si fuesen una contraforma del edificio mismo.
Es una arquitectura total aquella en la que la propia construcción es capaz de manifestar una expresión externa como interna, a través de la misma materialidad y del mismo sistema constructivo. Es algo muy difícil de hacer. Otro de los aspectos tiene que ver con cómo se puede producir una relación entre la materia y la geometría, la forma. Hay una serie de arquitectos, maestros, que son capaces de establecer estas relaciones claras que todos percibimos. Es como la música, una sinfonía. Qué proporciones elegantes, qué melodía tan limpia. Estos maestros cambian la arquitectura.
¿Crees que, a nivel de materiales, formas y acabados y detalles, hay una gramática propia de vuestro despacho en relación a la manera de pensar un edificio? Más allá de su función.
La palabra gramática es fundamental, porque es la estructura del lenguaje. Existen dos aspectos estructurales o gramaticales que son constantes en nuestro proyecto. Uno es intentar mantener la presencia de la estructura como elemento conformador del espacio. Por otro lado, intentamos filtrar y controlar y diseñar la luz que marca ese espacio.
Diseñar espacios que puedan mejorar la vida de quien los habita, sean domésticos o de trabajo, parece el denominador común de tu trabajo.
Te voy a contar una anécdota que les cuento a mis alumnos: Woody Allen decía que un director podía hacer cualquier tipo de película, pero que había algo que era inexcusable: un espectador, desde que se sentara en la butaca y empezara la película hasta que terminara, no tenía que parpadear. La película tenía que conseguir captar su atención. Ese era el cometido de la película. Creo que con la arquitectura pasa algo parecido. Todos intentamos que las obras que hacemos sean obras donde la gente se sienta a gusto. Puedes hacer lo que quieras, pero lo que para mí, al final, es exigible, es que un edificio sea un lugar agradable a lo largo del tiempo.