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Juan Herreros: La vivienda constituye el paraíso

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23 abril, 2018 · 8 mins de lectura

Situándose entre el arte y la arquitectura, Juan Herreros es uno de los arquitectos más emblemáticos de este país. Entre Madrid y New York, gran parte de su tiempo lo dedica también a la docencia. Sin duda, Herreros representa hoy uno de los arquitectos que más ha aportado a la redefinición del concepto de domesticidad contemporánea. Mediante una visión renovada, explora a través de su obra lo que serán los nuevos usos y costumbres de la arquitectura residencial en España.

Ahora está trabajando junto a su socio Jens Richter para Metrovacesa en una propuesta para la residencialización de un enclave muy especial, el que en otro tiempo ocuparan las bodegas Vinival en Alboraya (Valencia). Este es sin duda el proyecto más ambicioso en materia de vivienda, ciudad y formas de vida que el equipo tiene en España mientras construye otros desarrollos similares en Francia, Noruega o Marruecos.

¿La arquitectura es arte?

La arquitectura y el arte son disciplinas que corren en paralelo, pero sus finalidades son muy diferentes. Por eso, siempre digo que la arquitectura no necesita validarse en tanto que arte, aunque muchos trabajos realizados por arquitectos sean verdaderas obras de arte. Sin embargo, el arte es una referencia permanente para la arquitectura porque tiene la suerte de ser muy inmediato y puede detectar y responder con mucha agilidad a las cuestiones del presente. Hay que estar atento a sus temas de trabajo porque pronto serán objeto de la arquitectura, que tiene en su contra en la comparación que es lenta, costosa, y técnicamente muy compleja.

Tienes una relación amplia con el mundo del arte. Has diseñado ferias como ARCO y Gabinete; has sido ponente de encuentros comisariados por Hans Ulrich Obrist o Antoni Muntadas; has sido jurado en numerosos concursos y premios… ¿Qué hace un arquitecto en una feria de arte?

Acercar nuestro trabajo al mundo del arte es una decisión consciente porque creo que enriquece el proyecto que es en sí mismo nuestro estudio de arquitectura. Hemos diseñado la feria de ARCO en varias ocasiones, y eso significa que el mundo del arte considera que, como arquitectos, tenemos algo que decir. Les ayudamos a dar forma a ecuaciones tales como la condición urbana de la feria, la manipulación del tiempo del visitante y la visibilidad amigable de los stands. La presencia de los arquitectos en estos sectores supuestamente ajenos a su disciplina es muy enriquecedora pues aportan lecturas y narrativas sobre temas como la ciudad, la naturaleza, la vida cotidiana o la construcción de la sociedad: todos ellos objeto del arte, pero también de la ciencia, de la política, y de todos los ámbitos en los que se investiga y se realizan propuestas constructivas sobre lo que nos rodea.

Acercar nuestro trabajo al mundo del arte es una decisión consciente porque creo que enriquece el proyecto que es en sí mismo nuestro estudio de arquitectura.

Entre vuestros clientes están el Reina Sofía y el Museo Edvard Munch de Oslo. ¿Cuál es el rol de un espacio museístico en el tejido urbano de la ciudad? ¿Puede el museo ser propiciador de innovación en un barrio?

La cultura es una infraestructura urbana de la importancia del metro o el suministro de agua. En este entramado, el museo ha ido enriqueciendo su rol hasta convertirse en un auténtico condensador social de manera que si antes era el lugar del depósito de las obras de arte para su mera contemplación, hoy es un agente esencial en la elaboración de los discursos críticos sobre el presente.

El museo se ha convertido en lugar de encuentro entre personas de todas las edades y de todas las formaciones, más abierto, menos elitista, más social. Podríamos decir que por fin es un lugar público, y esa es una evolución en la que la arquitectura ha tenido mucho que ver. Ha sido la arquitectura la que, en su diálogo con el arte, ha ido proponiendo la corrección tipológica del museo tradicional construyendo un nuevo diálogo entre el arte y la sociedad.

Siempre he entendido la vivienda no solo como un espacio de intimidad, sino también como un espacio de proyección de la sociedad en la vida cotidiana de los individuos.

Has escrito mucho sobre el “Espacio Doméstico Contemporáneo”. ¿Cuál ha sido la conclusión?

Siempre he entendido la vivienda no solo como un espacio de intimidad, sino también como un espacio de proyección de la sociedad en la vida cotidiana de los individuos. La vivienda es un ingrediente de profundísimo calado en la constitución de lo social. Resume nuestra condición de seres políticos y sociales pertenecientes a un grupo más numeroso cuya riqueza desborda toda individualidad. Por lo tanto, la vivienda no es el lugar en el que uno se refugia en su intimidad o donde se protege de un mundo exterior agresivo. La vivienda constituye el paraíso en el que cada uno construye su condición de animal social.

Hablar de un espacio que representa al usuario significa hablar sobre la experiencia subjetiva de habitar ese espacio. ¿Qué tipo de experiencia quieres crear a través de la arquitectura?

La experiencia subjetiva que realmente me interesa es aquella capaz de definir lo que vamos a considerar calidad de vida y, por qué no, lujo. Los estándares de calidad son generalmente clichés construidos por los medios de comunicación o las series de TV, pero raramente responden a criterios sensibles y accesibles de forma que desaparecen de los presupuestos limitados, la escasez de espacio, o la inaccesibilidad a ciertas tecnologías. Por eso es fundamental desterrar ecuaciones de un lujo que solo depende de la amplitud del espacio, de los materiales caros o los complementos sofisticados. La sencillez y el cariño puesto en propiciar situaciones agradables, el uso de materiales sencillos de nuestro tiempo, el contacto con la naturaleza, el silencio, el encuentro de las personas, especialmente los niños… son variables que conectan con otros sectores del inconsciente, son lujos valiosos que tienen que ver con la construcción de otra sensibilidad posible y al alcance de una notable mayoría.

La experiencia subjetiva que realmente me interesa es aquella capaz de definir lo que vamos a considerar calidad de vida y, por qué no, lujo.

En Vinival, Valencia, estás construyendo una forma de vida contemporánea, colectiva, peatonal y ciclista, con una notable variedad de tipologías residenciales, equipamientos y servicios a la comunidad. ¿Cuál es el concepto detrás del esquema urbano para lograr este objetivo?

El esquema urbano de Vinival parte de varias ecuaciones. Es un desarrollo lo suficientemente grande como para poder generar un fragmento de ciudad modélica en el cual hay viviendas y equipamientos públicos, comerciales y terciarios. Sin embargo, no se adscribe a la obsesión histórica del barrio autosuficiente funcionalmente, quiere ser un barrio relacionado con lo que le rodea, inscrito en la ciudad de la que se sirve y a la que dotará de un centro de gravedad de referencia dentro de un área que abarca la huerta que comparten Alboraya y Valencia, la universidad, la playa, y todos los barrios de sus alrededores accesibles mediante transporte público o 20 minutos de recorrido en bici. En este sentido es un barrio que aspira a contribuir al mejor funcionamiento de la ciudad en su conjunto.

La nueva cultura urbana quiere estar en contacto con el paisaje y la naturaleza, tanto con la cultura como con el ocio contemporáneo. ¿Cuán de importante es el espacio que rodea nuestras viviendas?

En Alboraya concurren todas las escalas del espacio público, desde los parques y las plazas, hasta hace muy poco figuras preponderantes del espacio público, al pequeño ensanchamiento de los pasajes entre los edificios, desde los campos de deporte a los huertos en las azoteas comunitarias, todos ellos componen un sistema de ocupación de un plano de la ciudad que no se organiza por calles y aceras y de penetración de la naturaleza en los edificios afectando a sus sistemas de circulación interior, sus azoteas colectivas y terrazas de las viviendas. Con la novedad que supone entender todo el espacio entre los edificios como público otorgando todo el protagonismo a las personas, se insiste en la importancia de construir comunidades que, y esta es la novedad, ya no necesitan estar formadas por personas idénticas sino por una variedad de individuos que comparten una misma cultura urbana.

Has dicho que un edificio también nos puede enseñar a ser ecológico. ¿La arquitectura puede sensibilizar o educar a una sociedad?

Estoy convencido de que sí y ya hemos construido varios edificios que son en sí mismos instrumentos de sensibilización de las personas que los usan o los visitan. El caso de Vinival es muy interesante en este sentido pues en una primera lectura no es otra cosa que un residuo industrial en una periferia residencial de poca calidad. Pero leído con una mirada más sensible encontramos una buena colección de ingredientes poéticos. Muchas personas se sorprenderán de lo que puede ocurrir en un sitio como este y descubrirán que el proyecto ayudará por ejemplo a conservar la huerta, que sigue siendo cotidianamente agredida a pesar del acuerdo generalizado sobre su importancia. Y es que cuando, desde la terraza de un apartamento se pueda ver el paisaje, entender la historia de este lugar entre la huerta y el mar, con el casco de Alboraya al fondo, muchas personas entenderán el valor patrimonial y antropológico de esta creación artificial que es la huerta valenciana. Cuando esa persona construya el orgullo de vivir en un barrio sin coches, que recicla su agua, que trata responsablemente sus residuos y que se desplaza en transporte público y bicicleta, habremos conseguido esa sensibilización de la que hablamos. No pretendemos dar lecciones a nadie, sino servir en bandeja una serie de descubrimientos que producen placer y calidad de vida relacionados con la conciencia medioambiental y el disfrute de esa naturaleza que puede ser en sí misma la ciudad más habitable.

No pretendemos dar lecciones a nadie, sino servir en bandeja una serie de descubrimientos que producen placer y calidad de vida relacionados con la conciencia medioambiental.

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